Sinopsis
El tema central son los crímenes cometidos durante la dictadura de Adolf Hitler por Hanna Schmitz (Kate Winslet). Pero el personaje que interpreta Winslet ofrece una variedad temática mayor: analfabetismo, perdón, madurez (de un adolescente y de una sociedad), entre los principales. La historia de Hanna es seguida desde que conoce al joven Michael (David Kross), hasta que un Michael adulto (Ralph Fiennes) decide aceptar hacerse cargo de ella en el momento en el que Hannah debe salir de la cárcel.
Sobre la literatura de la película
El lector puede calificarse como drama y romance, pero no como un drama romántico ni como un romance dramático. Estas dos últimas catalogaciones distan mucho de la realidad. La principal diferencia que la adaptación cinematográfica presenta respecto del libro es la cuestión temporal: mientras que el libro sigue una narración lineal (con espacio para el recuerdo, pero con una secuencia de los hechos consecutiva), en la película esta linealidad se pierde en favor del dramatismo de la propia historia, comenzando con un Michael ya adulto que se enfrenta a la salida de la cárcel de Hanna, hecho que le sirve para recordar y compartir con el espectador la historia de Hanna y Michael.
Hanna Schmitz es un personaje espectacular, tanto en la literatura como en la interpretación de Kate Winslet. El resto de personajes, necesarios y algunos imprescindibles: el propio Michael en sus tres momentos vitales (adolescente, joven universitario y adulto), es el que deberíamos ver como principal de la historia, pero, personalmente, no consigo entenderlo así. Hanna se hace con las riendas de la historia desde el primer momento.
En esta película, la temática y la simbología se entremezclan en muchos momentos. Los principales temas que se tratan en la película (y en el libro) son el analfabetismo, los crímenes de guerra, el perdón (tal vez la redención) y el maltrato infantil. ¿Qué símbolos destaco?: el analfabetismo, la lectura, el bote de té, el agua y la limpieza, el viaje y las flores.
Temática
- Hanna es analfabeta, aunque el espectador (y el lector) lo pueden ver venir, parece que el resto de los personajes no. Para ella, no saber leer ni escribir es el mayor motivo de vergüenza en su vida: su analfabetismo le ha impedido mantener puestos de trabajo, optar a ascensos propuestos, verse obligada a trabajar para las SS o leer y entender por qué se la acusa. Todo esto porque no quería reconocer ante nadie sus carencias en educación. Cuando, finalmente, aprende a leer y escribir en la cárcel, por su cuenta, sin llegar a reconocer su analfabetismo, es capaz de comprender por qué está en la cárcel, la brutalidad de los actos por los que fue acusada (y, evidentemente, lo fácil que fue para las demás acusadas hacer que ella cargara con toda la responsabilidad). Por desgracia, lo comprendió cuando ya era tarde para ella.
- El juicio en el que está involucrada como acusada Hanna pone sobre la mesa el tema de los crímenes de guerra. Michael (como representante en esta historia de una generación) no comprende que sus padres y abuelos no hicieran nada para impedir la subida al poder de Hitler. El argumento de Hanna, desde sus limitaciones culturales y la ausencia de alfabetización, es que solo cumplía órdenes de sus superiores cuando vigilaba y controlaba a las mujeres en los campos de concentración. Como es de esperar, no es un argumento exculpatorio.
- El perdón tiene una doble manifestación en esta historia. Michael necesita perdonarse a sí mismo por haber amado a una mujer, Hanna, de la que descubre todas las horrendas acciones que hizo como guardiana de prisioneras judías. También se trata el perdón desde el punto de vista social, de una generación para sí misma, para su manera de mirar para otro lado o ser consciente de que no pueden hacer nada y no ir más allá.
- Maltrato infantil. Con este tema, parece como si el autor de la novela, Schlink, quisiera engañarnos. Michael es solo un adolescente cuando conoce a Hanna y comienza una relación íntima (y para él de amor; no queda claro si para ella también es de amor). Es un menor, y Hanna es una mujer adulta que, de alguna manera, se aprovecha de su situación de poder sobre el joven por el que se siente atraída. La historia podría haberse quedado en que utilizara a Michael para que leyera libros para ella, pero va más allá. Además.
Simbología
- Analfabetismo. Hanna se siente inferior a las personas que saben leer y escribir porque ella no aprendió cuando era niña; ese vacío la lleva a perder ascensos, oportunidades de desarrollo o entender cuestiones importantes como las que se debaten en el juicio contra ella y otras guardianas; sin embargo, su trabajo como guardiana de las prisioneras en los campos de concentración, le da el poder sobre todas esas vidas. Consciente o inconscientemente, las vidas de muchas personas pasan por sus manos, dependen de ella, una mujer analfabeta.
- La lectura, y concretamente la lectura en voz alta, representa el hambre que no cesa en Michael de sentirse necesitado por Hanna una vez que ha descubierto que ella no sabe leer ni escribir. Es una forma de sentirse dueño de lo que ocurrió cuando era un adolescente.
- El bote de té es un detalle que descubrimos al final de la película. Hanna pide que Michael cumpla su última voluntad que es entregar a la hija de la demandante en el juicio que la lleva a la cárcel el dinero que ha ahorrado en su vida; parte de ese dinero lo ha ahorrado en la cárcel y lo guarda en un bote de té. Michael le lleva a esta mujer tanto un cheque como esa lata de té. Para ella, la que fue una niña creciendo en un campo de concentración, el bote de té representa la infancia robada (pues en el campo le robaron su bote de té, literal y figuradamente: su infancia).
- El agua y la limpieza. Desde los primeros encuentros entre Hanna y Michael, ella se empeña en que él se bañe antes de cualquier cosa y, en ocasiones, ella misma lo baña. Michael retiene esa costumbre en su vida de adulto y lo vemos en alguna ocasión durante el juicio, por ejemplo. Esa agua puede tener una doble lectura: por un lado, una especie de bautismo de apertura a una vida sexual; por otro lado, el intento de limpiar con agua el sentimiento de culpa que ambos personajes arrastran.
- Michael reflexiona a lo largo de la historia sobre cómo los viajes, en particular los viajes en tren, conectan tiempos y sitios, a la vez que recuerdan que el pasado es personaje del presente en cualquier circunstancia.
- Por último, el papel de las flores es, creo, puntual y concreto. La primera vez que las flores aparecen en la película es cuando Michael se las lleva a Hanna para pedirle perdón por algo que ha hecho y le ha molestado a su amante (aunque no sabe muy bien qué o por qué se ha enfadado Hanna). En el final de la película, Michael va a recoger a Hanna en la cárcel y le lleva un ramo de flores; en este caso, las flores son una forma de decirle a ella que ha conseguido perdonarla. El problema es que ya es demasiado tarde. Las flores son un símbolo del perdón.
El final de la película (el verdadero final de la película, para mí) es el suicidio de Hanna en la cárcel la noche antes de salir en libertad. Es un momento complejo. Cuando poco antes Michael va a visitarla para contarle que se va a responsabilizar de ella, que le ha conseguido un trabajo y un lugar donde vivir, ella se da cuenta de dos cosas: que no puede volver atrás en el tiempo y que Michael ve en ella el mal que hizo en el campo de concentración. Para ella vuelve a salir la superficie la vergüenza por su analfabetismo (que la lleva a trabajar para las SS) y se hace evidente la desprotección que siente al haber tenido que afrontar la verdad de sus actos tras haber aprendido a leer y escribir. El suicidio es la forma que tiene Hanna de controlar, por fin, el destino de su vida: decide no enfrentarse a una vida real después de la cárcel. Liberarse de su analfabetismo le permite comprender el daño que causó y a la vez la carga con su propio dolor emocional por no ser capaz de librarse de su culpa.
Cuando Hanna se suicida está cometiendo, quizá, el mayor acto de amor hacia Michael; es como si le dijera: te libero de la carga que voy a suponer para ti, ya no seré un problema en tu vida.
Lo mejor de esta historia es la cantidad de preguntas que activa en nuestra cabeza: ¿en qué medida podemos comprender sin necesitar justificar?, ¿es justo pedir ser redimido cuando el mal o el daño ya se han hecho?, ¿es posible esa redención en función del nivel del mal o el daño causado?, ¿quién decide si es posible?, ¿es justo ampararse en la racionalización del mal?, ¿es justo justificar los actos de las personas a las que queremos solo porque las queremos?…
La película
El lenguaje cinematográfico de El lector enfatiza la memoria, la culpa y el impacto del pasado. A través de la alternancia temporal, el uso expresivo del encuadre y una iluminación simbólica, la película nos sumerge en una historia de amor y remordimiento que va más allá del tiempo. Stephen Daldry no solo nos cuenta una historia, sino que nos hace sentir el peso del recuerdo, la imposibilidad de escapar de él y nos pone en la difícil situación de buscar justificación a la relación sexual de Hanna con un Michael adolescente y, además, nos empuja a buscar una justificación a los actos de Hanna en el campo de concentración.
El respeto que esta película muestra por la historia original de Schlink, es una de las armas fuertes del rodaje, pero no es la única astucia de la que se vale, como no podía ser de otra forma, la cámara, el tiempo y el ritmo narrativo son claves para atrapar al espectador en una evolución emocional de 123 minutos.
- Las escenas de Hanna y las de Michael (en los diferentes momentos de su vida) suelen ir marcadas por la predominancia de los primeros planos y los planos en detalle. Son especialmente destacados en los momentos de intimidad entre los dos cuando él lee en voz alta para ella. De esta forma, destaca la carga emocional de esos instantes para ambos: ella descubriendo esas historias fascinantes y él entusiasmado por sentirse necesitado y admirado.
- Contrasta el encuadre de los planos cuando la historia se desarrolla en la vivienda de Hanna y, por ejemplo, durante el juicio. Los primeros transmiten una intensa intimidad y calidez; los segundos son planos distantes y fríos, marcando la separación emocional entre ellos tras tantos años sin saber uno de otro.
- También la iluminación es una herramienta muy bien utilizada: la suavidad y la calidez de las escenas de Hanna y Michael adolescente, chocan con la frialdad y el ambiente gris del juicio y de las pocas escenas de la cárcel.
- Jugar con la no linealidad temporal en la película, facilita varias cosas: comprender la presencia de Hanna en la vida de Michael, incluso pasados muchos años; incluir determinados objetos para rememorar momentos del pasado y llevarnos a esa parte de la historia; esos saltos temporales permiten al espectador comprender la naturaleza fragmentada de los recuerdos, no solo los de los personajes, sino los propios del espectador.
- Esta es una película con una gran carga emocional, el ritmo narrativo pausado ayuda a potenciar aún más esas emociones (las de los personajes y las del espectador). Por ejemplo, aunque para el espectador es evidente que Hanna no sabe leer ni escribir (y en la novela ocurre lo mismo), Michael tarda todo un juicio y más allá en darse cuenta de este punto.
Un momento que arroja un poco de luz sobre los sentimientos de Hanna hacia Michael lo encontramos cuando este va a buscarla a la cárcel, le comunican que se ha quitado la vida y él recorre los pocos metros de la celda de Hanna, descubriendo los tesoros de la primera mujer a la que amó en su juventud. En el guion de la película describen lo que vemos en la celda a través de los ojos de Michael: «Above the bed are a series of cuttings, pictures torn from magazines, showing meadows, hillsides, pasture, cherry trees. One in particular : a burst of autumnal colours. MICHAEL kneels on the bed to look at them. There are quotations, articles, recipes, even sayings in HANNA’S childish handwriting : ‘Spring lets its blue banner flutter through the air’ is one. Then he sees a newspaper photograph : the young MICHAEL BERG receiving a prize from the school principal. The headline ‘Michael Berg receives school literature prize.’» (p. 76) (Sobre la cama hay una serie de recortes y fotos de revistas, que muestran prados, laderas, pastos, cerezos. Una en particular: una explosión de colores otoñales. MICHAEL se inclina en la cama para mirarlas. Hay citas, artículos, recetas, incluso refranes con la letra infantil de HANNA: «La primavera deja que su estandarte azul ondee en el aire» es uno de ellos. Luego ve una fotografía de periódico: el joven MICHAEL BERG recibiendo un premio del director de la escuela. El titular «Michael Berg recibe el premio de literatura escolar»). En este momento, Michael confirma que sí significó algo en la vida de aquella Hanna que le descubrió el sexo y siempre lo animó a seguir estudiando y aprendiendo.
La combinación de una novela casi inmejorable y una película que respeta al máximo la historia original y que cuenta con una interpretación de Kate Winslet impresionante es la base para un resultado cinematográfico como el que encontramos en El lector: extraordinario.
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