La primera vez que vi En el estanque dorado fue una experiencia complicada por los sentimientos tan confusos que me generaron los temas abordados. Algo parecido me ocurrió con Volver a empezar, no solo por los temas que se tratan en esta película, sino por la ambientación tan melancólica e íntima. Con el paso de los años, he sido consciente de que, en ambos casos, era demasiado joven, mi carácter no estaba preparado, eran películas para las que necesitaba tiempo y madurez. Y es que, el cine puede generar reacciones emocionales profundas que trascienden la propia narrativa.
Volver a empezar: Antonio Albajara, un escritor exiliado y Premio Nobel de Literatura, regresa a su Gijón natal tras muchos años fuera. Durante su estancia, revive recuerdos y se reencuentra con Elena, su amor de juventud, explorando lo que pudo haber sido y lo que aún puede ser.
En el estanque dorado: Norman Thayer Jr., un hombre mayor con problemas de salud y un carácter difícil, pasa el verano en su casa junto al lago con su esposa Ethel. La llegada de su hija Chelsea y su pareja reabre heridas familiares, pero también permite una oportunidad de reconciliación.
Tanto Volver a empezar (1982), de José Luis Garci, como En el estanque dorado (On Golden Pond, 1981), de Mark Rydell, abordan temas similares como el paso del tiempo, las segundas oportunidades y las relaciones personales en la madurez, pero lo hacen desde ángulos muy distintos: el tema central de Volver a empezar es el reencuentro con el pasado y la reconciliación con uno mismo. En el estanque dorado, la familia, la vejez y el miedo a la muerte son los temas centrales.
En las dos, por tanto, encontramos puntos en común: la vejez como oportunidad (nunca es tarde para reconciliarse con el pasado personal o con los seres queridos), el tiempo tiene un papel protagonista (el paso del tiempo lleva a los protagonistas a reflexionar sobre las decisiones tomadas y las relaciones) y (sobre esto hablaré en unas líneas) ambas comparten un tono nostálgico y reflexivo, aunque con matices diferentes, pero nos hacen pensar en nuestra propia memoria y la melancolía.
También, como era de esperar, hay diferencias evidentes: mientras en Volver a empezar nos enfrentamos a la reconciliación con uno mismo y los sueños sin cumplir, En el estanque dorado se centra en la rutina familiar y arreglar las relaciones antes de que sea tarde. Una de las diferencias más importantes en cuanto a la simbología de cada película: Garci utiliza la ciudad natal del protagonista como símbolo de las raíces y el exilio; Rydell emplea el estanque como metáfora del propio ciclo de la vida.
Con estos puntos de convergencia y divergencia los mensajes de cada película parecen reunirse para fortalecer el fondo: es posible encontrar la paz en el pasado y cerrar ciclos incluso en la última etapa de la vida; una etapa, la vejez, que puede ser de redención y acercamiento emocional incluso para las relaciones más deterioradas. Garci mira al pasado desde un ángulo social y existencia, por su parte, Rydell se centra en una esfera más familiar e íntima.
Tono y energía: melancolía serena vs. Intimidad emotiva
El tono de Volver a empezar está impregnado de una melancolía suave, casi contemplativa. No hay grandes explosiones emocionales ni conflictos abiertos; más bien, hay un clima de aceptación y reflexión. Garci utiliza recursos visuales —planos largos, luces suaves y paisajes otoñales— para acentuar ese aire de nostalgia.
- Tiempo pausado: la narrativa fluye lentamente, permitiendo que el espectador sienta el peso de los años y la importancia de los recuerdos.
- Silencios y sutilezas: las emociones se expresan más por miradas y gestos que por palabras explícitas.
- Simbolismo espacial: la ciudad natal representa el pasado congelado, un lugar que espera al protagonista como un refugio emocional.
El tono dominante es el de la melancolía refulgente, en la que el pasado no es una carga amarga, sino una puerta hacia la reconciliación.
En cambio, En el estanque dorado hay un tono más visceral e íntimo, aunque contenido. La película navega entre la ternura y la tensión familiar, abordando temas generales como el envejecimiento, la muerte y la necesidad de amor y aceptación.
- Ritmo emocional: aunque la acción es pausada, hay momentos de alta carga emotiva (las discusiones entre Norman y Chelsea o las reflexiones sobre la muerte).
- Humor sutil: la película equilibra el dramatismo con toques de humor irónico, especialmente en los diálogos de Norman, lo que reduce la carga emocional sin llegar a diluirla.
- El lago como metáfora: el estanque dorado simboliza el ciclo natural de la vida y el necesario e ineludible paso del tiempo.
El tono dominante es el de una intimidad que alterna calidez y confrontación, mostrando la vulnerabilidad emocional de los personajes.
Entre la memoria individual y los lazos familiares
Volver a empezar refleja el exilio interior de toda una generación que tuvo que abandonar sus raíces debido a circunstancias políticas. La película muestra la necesidad de reconciliarse con el pasado histórico y personal, invitando al espectador a valorar sus orígenes y la memoria colectiva.
En el estanque dorado, por su parte, explora la desconexión familiar en la cultura norteamericana, donde las generaciones a menudo se distancian emocional y físicamente. La relación padre-hija refleja los vacíos emocionales que pueden perdurar durante décadas si no se abordan.
¿Cómo usan los recursos cinematográficos los directores para reflejar estas cuestiones?
- Estilo narrativo: Garci opta por una narrativa más lírica y contemplativa, casi poética, mientras que Rydell trabaja con la estructura clásica del drama familiar, con picos emocionales bien marcados.
- Uso del espacio: Volver a empezar sitúa al protagonista en escenarios amplios y urbanos que evocan la soledad del retorno. En el estanque dorado encierra a los personajes en un espacio íntimo (la cabaña y el lago), creando una especie de microcosmos emocional en el que los personajes no pueden evitar enfrentarse entre sí.
- El tiempo narrativo: Garci utiliza el regreso como dispositivo narrativo: el pasado se cuela en el presente a través de recuerdos y lugares. Rydell hace del tiempo presente su mayor amenaza: cada día cuenta, ya que Norman está al borde de la muerte.
¿Cómo dialogan los mensajes de las dos películas?
- La redención tardía: ambas películas coinciden en la idea de que nunca es tarde para cerrar heridas, sean internas (Volver a empezar) o familiares (En el estanque dorado).
- La muerte como catalizador: en ambos relatos, la cercanía de la muerte da urgencia a los personajes para reconciliarse. Antonio Albajara sabe que está enfermo, al igual que Norman Thayer teme su final inminente.
- Diferencia cultural: mientras que Volver a empezar refleja una visión europea del tiempo —la historia personal se entrelaza con la memoria colectiva—, En el estanque dorado ofrece una perspectiva americana centrada en la autonomía individual y las relaciones personales más inmediatas.
- Necesidad de sanar antes de partir: ambas películas comparte este núcleo temático desde diferentes enfoques y realidades sociales.
Fotografía, colores y escenografía
En Volver a empezar, la nostalgia cromática se suma a la intensidad del mensaje; los espacios abiertos dan al protagonista la posibilidad de contar con un tiempo de reflexión necesario. El uso de la luz tenue y los colores suaves crea un ambiente de melancolía luminosa, donde el pasado se siente cercano y acogedor, en lugar de doloroso o trágico.
Fotografía
- Garci, junto con Manuel Rojas (director de fotografía), construyen una imagen en la que la luz natural y suave domina. Los cielos grises, las sombras largas y la luz tamizada crean una atmósfera melancólica pero nunca sombría.
- Los planos largos y estáticos permiten que el espectador contemple los espacios con la misma nostalgia que siente Antonio.
Paleta de colores
- Colores otoñales (ocres, marrones, dorados) y cielos apagados dominan las escenas, simbolizando la última etapa vital del protagonista.
- La falta de colores vibrantes refuerza la idea de un pasado que se desvanece, pero al mismo tiempo, hay cierta calidez que sugiere reconciliación.
Escenografía
- Gijón no es solo un escenario, es casi un personaje más. Los paseos por la playa, las calles empedradas y los cafés antiguos actúan como cápsulas del tiempo.
- Los espacios abiertos subrayan la soledad de Antonio, pero también su libertad para reconciliarse con su historia personal.
La naturaleza cíclica y el microcosmos familiar que encontramos en En el estanque dorado actúan como un espejo emocional. El estanque se convierte en metáfora del flujo de la vida y su inevitable fin, mientras que la cabaña amplifica el tono íntimo y a veces claustrofóbico del drama familiar.
Fotografía
- Billy Williams (director de fotografía) utiliza la luz natural para captar la belleza cambiante del lago. Hay una intención clara de retratar el paso del tiempo a través de la luz y el entorno.
- Los planos detalle sobre el agua, las hojas caídas y los reflejos del estanque conectan los estados emocionales de los personajes con la naturaleza.
Paleta de colores
- Colores cálidos y terrosos (verdes suaves, dorados, marrones) predominan al principio, pero hacia el final se tornan más fríos y apagados, marcando la cercanía del final del verano (y metafóricamente, de la vida de Norman).
- Los contrastes entre luz y sombra en la cabaña intensifican los momentos íntimos y las tensiones familiares.
Escenografía
- El lago y la cabaña son espacios cerrados y simbólicos. Mientras que el lago representa el ciclo natural de la vida (siempre igual, siempre cambiante), la cabaña es el corazón emocional donde se desarrollan las confrontaciones y las reconciliaciones.
- El aislamiento del lugar crea un microcosmos donde los personajes no pueden evitar enfrentarse a sus conflictos internos y familiares.
En ambos casos, lo visual queda al servicio del mensaje. En Volver a empezar, los espacios abiertos y la paleta apagada refuerzan la idea de soledad, exilio y reconciliación personal. En En el estanque dorado, la naturaleza envolvente y el ambiente doméstico crean un espacio íntimo donde las emociones familiares pueden florecer o fracturarse. Ambas películas usan su entorno como un reflejo emocional: Gijón es un eco del pasado. El lago es un espejo del ciclo vital.
Simbología de los escenarios
Como decía al final del punto anterior, los escenarios en ambas películas no son simples telones de fondo, sino que son elementos narrativos activos que reflejan estados emocionales y refuerzan los temas centrales.
Volver a empezar: la ciudad es memoria viva y activa.
- Gijón como espacio emocional: la ciudad funciona como un mapa emocional. Cada rincón que Antonio recorre —la playa, los cafés antiguos, la escuela— actúa como un portal a su pasado. No es casual que los reencuentros más importantes ocurran en lugares cargados de memoria. La lluvia y los cielos grises no son solo un reflejo climático, sino un espejo del estado emocional del protagonista.
- El mar como metáfora del tiempo: las escenas frente al mar —especialmente aquellas en las que Antonio camina solo— refuerzan la idea del tiempo continuo y la nostalgia. El mar es símbolo de distancia (exilio) y permanencia (el hogar que siempre estuvo allí). El uso del horizonte crea una doble sensación de infinito y lejanía, amplificando la melancolía.
Símbolo clave: el acto de caminar por la ciudad es en sí un acto de exploración emocional. No hay prisas ni destinos concretos; lo importante es el recorrido interior que hace Antonio al enfrentarse a los fantasmas del pasado.
En el estanque dorado: naturaleza cíclica y hogar como territorio de enfrentamiento.
- La cabaña: es el corazón emocional de la historia. No es solo un refugio de verano; representa la historia acumulada de los Thayer. Cada objeto y cada rincón están impregnados de memoria. Sin embargo, también es un espacio de tensión. La cabaña, con sus paredes de madera y sus espacios cerrados, intensifica las discusiones familiares, creando una especie de «escenario teatral» donde los conflictos deben salir a la superficie.
- El lago y el estanque dorado: el lago funciona como metáfora del ciclo de la vida. Tranquilo en la superficie pero profundo y lleno de vida (y muerte) en su interior. La relación de Norman con el lago refleja su miedo a la muerte y su lucha contra la fragilidad. Cuando finalmente cae al agua y sobrevive, se simboliza su aceptación de su vulnerabilidad y su reconciliación con el final inevitable.
- Estacionalidad y decadencia: la película transcurre al final del verano, un momento de transición que simboliza el ocaso de la vida. Las hojas que caen y los días que se acortan refuerzan la idea de que Norman está en su “invierno vital”.
Símbolo clave: el lago no cambia, pero las personas sí. Esta idea subraya la fugacidad de la vida frente a la permanencia de la naturaleza.
Simbología del agua
El agua es uno de los elementos naturales más cargados de simbolismo en la narrativa cinematográfica. En estas dos películas, aunque con usos distintos, actúa como eje metafórico de tiempo, memoria y renovación.
Volver a empezar: el mar como espejo del tiempo.
- El mar en Gijón aparece como un testigo silente de la historia. Es un símbolo de distancia —la que Antonio ha mantenido con su ciudad durante el exilio— y de permanencia.
- Escena clave: las caminatas de Antonio por la playa no son solo paseos físicos, sino metáforas de su viaje interno. El horizonte marino marca la línea entre el pasado perdido y la posibilidad de reconciliación.
- Interpretación simbólica: el mar representa la memoria colectiva y personal. Aunque las personas cambian y se van, el mar permanece, igual que los recuerdos.
En el estanque dorado: el lago como ciclo vital.
- El lago no es solo un paisaje bucólico; es el símbolo central de la película. Sus aguas calmas esconden la idea de la muerte inminente, la vejez y el flujo continuo del tiempo.
- El estanque dorado —donde los peces desovan antes de morir— es una metáfora directa del ciclo de la vida, que Norman teme, pero finalmente acepta.
- Escena clave: cuando Norman cae al agua tras el accidente, es un momento de vulnerabilidad máxima. Aunque teme al lago —y por extensión, a la muerte—, sobrevive, aceptando su fragilidad y encontrando cierto cierre emocional.
En ambas películas, el agua actúa como un medio de tránsito entre estados emocionales: del conflicto a la paz, del miedo a la aceptación.
Uso de los planos en ambas películas
Aunque Volver a empezar y En el estanque dorado pertenecen a contextos cinematográficos diferentes, ambas usan la planificación de planos como una herramienta clave para reforzar emociones y subrayar la narrativa.
Planos generales y el diálogo con el entorno:
- En ambas películas, los planos generales tienen un peso importante, y no solo por mostrar escenarios bellos o icónicos. Funcionan como extensiones emocionales de los personajes: en Volver a empezar, los planos abiertos de Antonio caminando por la playa o la ciudad vacía refuerzan su soledad y la distancia entre pasado y presente; en En el estanque dorado, los amplios encuadres del lago rodeando a los personajes acentúan la pequeñez humana frente al paso del tiempo y la inmensidad de la naturaleza. En ambas películas, los espacios abiertos sirven para mostrar la fragilidad humana frente al tiempo y al pasado.
Planos medios e íntimos: construcción emocional de las relaciones
- Planos medios y cortos son usados en los diálogos clave, especialmente en escenas de confrontación o reconciliación: en En el estanque dorado, los planos cerrados en las discusiones entre Norman y Chelsea intensifican la tensión emocional. La cámara se mantiene fija o con ligeros movimientos, atrapando a los personajes en su propio conflicto; en Volver a empezar, cuando Antonio se reencuentra con Elena, los planos medios permiten capturar la incomodidad inicial y, gradualmente, los planos se acortan para mostrar la cercanía emocional que resurgen entre ellos. Ambos filmes usan la cercanía del plano como espejo emocional, estrechando o ampliando la distancia visual según el grado de intimidad o tensión.
El movimiento de cámara como narrador silencioso:
- Garci opta por movimientos suaves, panorámicas lentas y travellings casi imperceptibles, permitiendo que el espacio y el tiempo respiren. Este ritmo pausado refleja la contemplación de Antonio sobre su propia vida.
- En En el estanque dorado, aunque la cámara también se mueve de forma delicada, se emplean travellings circulares durante momentos de intimidad familiar, envolviendo a los personajes y subrayando sus lazos emocionales.
- La economía de movimientos, en ambos casos, refuerza la sensación de naturalidad y el paso del tiempo, creando atmósferas íntimas sin grandes artificios.
En el plano personal
Esta película supuso mi ruptura con Jane Fonda (ella no lo sabe, así que no me puede guardar rencor…). Hace algunos años abrí los ojos y comencé a ver su cine de nuevo (La madre del novio (Monster-in-Law), 2005, tuvo la culpa), ya no me canso de ver sus interpretaciones. Sirva este apartado como expiación personal.
Chelsea Thayer Wayne no es simplemente la hija de Norman, sino que representa el puente generacional, el conflicto heredado y la posibilidad de sanación emocional. Jane Fonda representa una figura intermedia en el conflicto generacional: es hija y madre a la vez, atrapada entre la figura dominante y áspera de su padre y su propio deseo de sanar viejas heridas. Siendo joven, uno puede ver a su personaje como alguien que debería actuar con mayor firmeza o resolver el conflicto más rápidamente. Sin embargo, la narrativa opta por mostrar sus vulnerabilidades y su dificultad para sanar emocionalmente, algo que quizás se comprende mejor desde la experiencia adulta.
- Chelsea como espejo del conflicto paterno-filial: su relación con Norman está marcada por décadas de distanciamiento emocional. Ella carga con el resentimiento de nunca haber sido aceptada plenamente por su padre, mientras él encarna la figura patriarcal rígida y crítica. Jane Fonda dota al personaje de una mezcla de vulnerabilidad y fuerza, mostrando cómo la herida emocional persiste en la adultez, pero también cómo la reconciliación es posible.
- Metatexto y carga simbólica: la elección de Jane Fonda para interpretar a Chelsea trasciende lo puramente narrativo. En la vida real, Jane tenía una relación compleja con su padre, Henry Fonda, marcada por distancias emocionales y diferencias ideológicas. Esta capa biográfica añade una dimensión adicional a la película: la reconciliación en pantalla refleja un anhelo real. El hecho de que esta fuera la última película de Henry Fonda y que ganara el Oscar por ella le otorga un peso emotivo extra.
- Chelsea como agente de cambio: mientras Norman y Ethel parecen anclados al lago y la cabaña, Chelsea es el personaje que se mueve, cambia y provoca la catarsis final. Su reconciliación con Norman —tras el famoso intento de hacer el clavado en el lago— simboliza su deseo de ser reconocida por su padre y cerrar viejas heridas.
Personajes como Chelsea canalizan no solo la narrativa interna del film, sino también dimensiones simbólicas y metatextuales que enriquecen la historia.
El personaje de Chelsea en En el estanque dorado marcó un punto de inflexión para Jane Fonda, tanto por su dimensión personal (actuar junto a su padre) como por la evolución posterior de su carrera.
- Aunque en un primer momento parezca que no hay conexión, la relación tensa entre Chelsea y Norman puede activar emociones latentes sobre la dinámica familiar propia, aunque sea de forma sutil. Si hay aspectos no resueltos sobre figuras de autoridad o expectativas familiares, estas películas pueden tocar fibras sensibles, generando rechazo como mecanismo de defensa.
- Chelsea como bisagra en su filmografía: venía de interpretar personajes combativos y politizados (Klute o Coming Home), ligados a su activismo social y feminista; Chelsea le permitió explorar un rol más íntimo y vulnerable, alejándose del icono combativo y acercándose a dramas familiares con capas emocionales profundas. Además, permitió a Fonda mostrarse como figura puente entre generaciones en pantalla, algo que marcaría sus futuros papeles.
- Transición a roles de tercera generación. Con los años, Jane Fonda ha asumido personajes donde encarna la figura de la matriarca o el pilar familiar, pero siempre aportando capas de complejidad. Ejemplos clave: The Morning After (1986) (todavía en roles dramáticos complejos, pero más maduros); Monster-in-Law (2005) (ya plenamente en el rol de madre «difícil», aunque en tono de comedia); This Is Where I Leave You (2014) (matriarca excéntrica que reúne a su familia tras la muerte del padre); Grace and Frankie (2015-2022) (uno de sus papeles más exitosos en la madurez, interpretando a una mujer mayor que desafía estereotipos sobre la vejez, el amor y la sexualidad. No puedo cerrar este paréntesis sin decir esto: Grace sin Frankie no sería nadie, como Jane Fonda sin Lily Tomlin no brillaría en esta maravillosa serie).
Jane Fonda ha sabido abrazar los papeles de tercera generación sin caer en clichés, convirtiéndose en símbolo de vitalidad y reinvención constante.
Edadismo y el valor pionero de ambas películas
El concepto de edadismo —la discriminación por razones de edad— no estaba en la agenda social o mediática en los años ochenta, como lo está ahora. Sin embargo, tanto Volver a empezar como En el estanque dorado trataron cuestiones centrales al debate actual:
- Personajes mayores como protagonistas activos: en lugar de relegar a los personajes mayores a roles secundarios o estereotipados, ambas películas los colocan en el centro narrativo. Los conflictos emocionales son complejos y actuales: el exilio, la memoria histórica, las heridas familiares y la aceptación de la muerte.
- Replanteamiento de la vejez en la narrativa: En el estanque dorado fue una de las primeras películas en Hollywood que mostró la sexualidad, el humor y las frustraciones cotidianas de una pareja anciana sin caer en la caricatura. Volver a empezar planteó que las segundas oportunidades no están limitadas por la edad. El amor y la reconciliación personal son posibles incluso al final de la vida.
- Conexión con el discurso actual sobre el edadismo: hoy, el debate sobre la representación de las personas mayores en los medios es más relevante que nunca. Series como Grace and Frankie o películas como El exótico Hotel Magold han seguido abriendo espacio para narrativas centradas en adultos mayores, activos y complejos.
Pero la clave es que ambas películas fueron pioneras en tratar estas historias antes de que existiera un movimiento social que las impulsara. Lo hicieron desde la honestidad narrativa, mostrando la vejez no como un epílogo pasivo, sino como una etapa vital rica en emociones y posibilidades.
Las dos películas, desde sus distintos contextos, se adelantaron a debates actuales sobre la representación de la vejez y las segundas oportunidades. Jane Fonda, por su parte, ha encarnado esta evolución en su propia carrera, transitando de ícono contracultural a referente en la lucha contra el edadismo, tanto en su trabajo actoral como en su activismo social.
Ambas películas demostraron que la vejez es un espacio fértil para historias profundas y emotivas, alejadas de estereotipos simplistas. La combinación de escenarios simbólicos, personajes complejos y un tratamiento cuidadoso de la memoria y el tiempo consolidó modelos narrativos que siguen vigentes en el cine actual.
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