Releer no es repetir: es entrar en un mismo libro con otros ojos. Para muchos, la relectura revela matices invisibles en la primera lectura y convierte a los clásicos en espejos que cambian con cada etapa vital. Pero también hay quienes no disfrutan de volver atrás, porque sienten que la magia se disuelve al repetirse. Yo misma confieso que no soy de releer: prefiero avanzar hacia lo desconocido, aunque reconozca el valor de quienes encuentran en la segunda lectura nuevas revelaciones.