En Los perros duros no muerden, Arturo Pérez-Reverte recupera la voz del reportero que se enfrenta a la crudeza de la guerra y a la violencia cotidiana. Con su estilo directo y sin concesiones, el autor retrata un mundo en el que la supervivencia depende tanto del instinto como de la capacidad de mirar de frente lo que otros prefieren ignorar. Crónicas que revelan la dureza del oficio y la delgada línea entre la información, la ética y la vida misma.