Toda buena historia late al ritmo de un conflicto. Sin él, no hay tensión, ni viaje, ni transformación de los personajes. Desde las luchas épicas entre héroes y villanos hasta los combates íntimos contra uno mismo, el conflicto es el motor de la narrativa. Nos atrae porque refleja nuestras propias batallas: el miedo, el amor, la justicia, la identidad. Y funciona cuando está bien dosificado: demasiado poco aburre, demasiado satura. Al final, lo que importa no es solo cómo se resuelve, sino cómo cambia a quienes lo viven.
Etiqueta: literatura y cine
¿Qué hace que una historia sea inolvidable?
Hay historias que siguen contándose a solas, años después. ¿Por qué se quedan con nosotros? No hará falta la gran trama; bastan un personaje que nos late dentro, una emoción que duele y ese eco que resuena cuando ya pensabas que estaba olvidado.