El papel del conflicto en toda buena historia

Toda buena historia late al ritmo de un conflicto. Sin él, no hay tensión, ni viaje, ni transformación de los personajes. Desde las luchas épicas entre héroes y villanos hasta los combates íntimos contra uno mismo, el conflicto es el motor de la narrativa. Nos atrae porque refleja nuestras propias batallas: el miedo, el amor, la justicia, la identidad. Y funciona cuando está bien dosificado: demasiado poco aburre, demasiado satura. Al final, lo que importa no es solo cómo se resuelve, sino cómo cambia a quienes lo viven.