Jurado n.º 2. Clint Eastwood y el dilema del jurado

Jurado n.º 2, dirigida por Clint Eastwood, es un thriller judicial que lleva al espectador a un dilema moral extremo: ¿qué harías si descubres que, siendo jurado en un juicio por asesinato, podrías ser tú el verdadero culpable? Con un reparto coral liderado por Nicholas Hoult y Toni Collette, la película combina sobriedad visual, ritmo pausado y dilemas incómodos sobre la justicia, la culpa y la doble moral. Eastwood, fiel a su estilo, evita artificios y apuesta por la tensión contenida: planos cerrados, silencios cargados y un tempo que obliga a respirar con el protagonista. Más que un relato sobre un caso concreto, es una reflexión sobre la fragilidad del sistema judicial y sobre cómo intereses personales, políticos o de supervivencia pueden contaminar la verdad.

El papel del conflicto en toda buena historia

Toda buena historia late al ritmo de un conflicto. Sin él, no hay tensión, ni viaje, ni transformación de los personajes. Desde las luchas épicas entre héroes y villanos hasta los combates íntimos contra uno mismo, el conflicto es el motor de la narrativa. Nos atrae porque refleja nuestras propias batallas: el miedo, el amor, la justicia, la identidad. Y funciona cuando está bien dosificado: demasiado poco aburre, demasiado satura. Al final, lo que importa no es solo cómo se resuelve, sino cómo cambia a quienes lo viven.

Grandma. Un viaje emocional con Lily Tomlin al volante

A veces un viaje de unas horas sirve para ajustar toda una vida. Y si Lily Tomlin lleva el volante, las curvas están garantizadas. Tras la muerte de su pareja, Elle lidia con la escasez económica, la jubilación profesional, el olvido como escritora y la ruptura con su última —y joven— pareja. Hasta que su nieta, Sage, llama a la puerta pidiéndole ayuda: necesita dinero para abortar. Comienza así una jornada a contrarreloj, entre paradas, recuerdos y diálogos afilados, donde cada kilómetro es también un ajuste de cuentas con el pasado.

Lia Troth, una editora en apuros, se presenta

En esta entrada, Lia Troth se da a conocer como colaboradora de Palabras de fondo. Con un estilo irónico y ligero, comparte anécdotas del mundo editorial y de la vida cotidiana, siempre con un ojo crítico y divertido. Una declaración de intenciones que abre la puerta a futuras historias llenas de humor y complicidad.

«Está genial, me encanta»… ¿o solo me lo dices por compromiso?

¿Qué hacer cuando el cliente dice “Está genial” pero tu cabeza dice “¿seguro?”? Una entrada sobre halagos ambiguos, síndrome del impostor y el arte de no sobreanalizar… demasiado.

El punto y coma: ese gran desconocido

Una noche cualquiera, Lia Troth se enfrenta a un manuscrito sin un solo punto y coma. Lo que parecía una corrección rutinaria se convierte en una batalla contra frases interminables y comas indomables. Entre la ironía y el cansancio, descubre que el punto y coma es el héroe olvidado de la puntuación: discreto, eficaz y ninguneado. Con ojeras a las cuatro de la mañana y un cliente madrugador reclamando cambios, Lia llega a una conclusión clara: si alguna vez existiera un sindicato del punto y coma, ella sería la primera en apuntarse.

El valor de releer: descubrir un libro por segunda vez

Releer no es repetir: es entrar en un mismo libro con otros ojos. Para muchos, la relectura revela matices invisibles en la primera lectura y convierte a los clásicos en espejos que cambian con cada etapa vital. Pero también hay quienes no disfrutan de volver atrás, porque sienten que la magia se disuelve al repetirse. Yo misma confieso que no soy de releer: prefiero avanzar hacia lo desconocido, aunque reconozca el valor de quienes encuentran en la segunda lectura nuevas revelaciones.

¿Qué hace que una historia sea inolvidable?

Hay historias que siguen contándose a solas, años después. ¿Por qué se quedan con nosotros? No hará falta la gran trama; bastan un personaje que nos late dentro, una emoción que duele y ese eco que resuena cuando ya pensabas que estaba olvidado.